Antes del 2013, hacía reportajes para nadie y quizás con
suerte para mostrar a algunos amigos en
una cena. Mis máximas pretensiones era solamente viajar, registrar los lugares
visitados y con una compacta barata era suficiente para hacer fotografías.
Pero un día, el 25 de octubre del 2011, haciendo este reportaje en el acueducto de Segovia, recibo una llamada de un amigo. Había enfermado y me pedía con urgencia que le cubriera en un trabajo para National Geographic. Yo le recordé que había abandonado la fotografía hacía décadas y que no era posible. El insistió. Yo acepté. Me prestó sus cámaras digitales profesionales, me enseñó a usarlas. Fue mi regreso y a partir de ese momento volví a llamarme Marcus Populus.
Pero un día, el 25 de octubre del 2011, haciendo este reportaje en el acueducto de Segovia, recibo una llamada de un amigo. Había enfermado y me pedía con urgencia que le cubriera en un trabajo para National Geographic. Yo le recordé que había abandonado la fotografía hacía décadas y que no era posible. El insistió. Yo acepté. Me prestó sus cámaras digitales profesionales, me enseñó a usarlas. Fue mi regreso y a partir de ese momento volví a llamarme Marcus Populus.