La Real Fábrica
de Vidrios y Cristales de La Granja
fue una manufactura
real del siglo XVIII
construida en el municipio español del Real
Sitio de San Ildefonso, en la
actual provincia
de Segovia.
La Real Fábrica se construyó con la
llegada de la dinastía de los Borbones a España en 1727, siendo rey
de España Felipe
V. En este año Buenaventura
Sit instala, financiado por
la corona, un pequeño horno de vidrios
planos
para abastecer al Palacio
de La Granja de ventanas y
espejos.
En 1737 se consiguen mejoras en la fabricación mediante la técnica del colado, que permitía obtener vidrios mayores que 3,5 x 2 m.
En 1746, el maestro francés Dionisio Sibert impulsa la fabricación de cristales labrados (o franceses), utilizando plomo en su composición y en 1750, el maestro alemán Juan Eder inicia la fabricación de vidrios entrefinos (o alemanes), utilizando vidrio de base potásica.
En 1836, la Hacienda Real se hizo cargo formalmente de las instalaciones, convirtiéndose en una nueva Fábrica Real que, a diferencia de otras reales fábricas, no consiguió autofinanciarse, dependiendo siempre de las aportaciones del erario.
La localización de la fábrica tuvo como elemento decisivo la abundancia de combustible disponible en la zona: los pinares de Valsaín y los robledales adyacentes. Las arenas y arcillas refractarias necesarias como materia prima y material de fabricación provenían de localizaciones próximas: Bernuy de Porreros y La Lastrilla.
La época de esplendor de la Real Fábrica fue la de los reinados de Carlos III y Carlos IV. Entre 1770 y 1772 se construyó el edificio que actualmente se conserva en San Ildefonso, destinado a fábrica de cristales planos. En esta época, la Real Fábrica disponía de privilegios reales que le otorgaban el monopolio de la venta de vidrios en Madrid y los reales sitios.
Sin embargo, desde el punto de vista financiero, la Real Fábrica vivió siempre de las asignaciones reales. Esto era así porque los precios de venta fueron fijados, por motivos políticos, por debajo del coste de fabricación.
Con la guerra de la independencia la producción se detiene, y en 1815, Fernando VII decide de nuevo empezar con la producción de vidrio. No obstante, a la muerte del rey, y sin la ayuda económica de la corona, se paraliza la fabricación y los edificios se alquilan a particulares.
En 1911 se establece la Cooperativa Obrera Esperanza, que arrienda los edificios para empezar a fabricar de nuevo vidrio plano. En 1963 se dio por terminada definitivamente la fabricación de lana de vidrio en la Real Fábrica de Cristales de La Granja. El edificio quedó, pues, sin uso, y en total abandono hasta 1982, en que se constituye la Fundación Centro Nacional del Vidrio, que inicia su restauración y revitalización, recuperando la antigua imagen que ofrecía todo el conjunto, con la instalación del Museo Tecnológico del Vidrio, la Escuela del Vidrio y el Centro de Investigación y Documentación Histórica del Vidrio.