El calor era
agobiante. La humedad me hacía sudar todo el tiempo. Por momentos
era difícil respirar. No existía en la selva la posibilidad de una
brisa fresca, nunca, solo seguir y no pensar en el esfuerzo, en el
peso de los equipos fotográficos (tres cámaras). Era la
oportunidad, de capturar en imágenes, la octava maravilla del mundo,
en plena selva de Camboya, en Angkor Wat. Esta en la primera parte,
la entrada. Marcus Populus.